lunes, marzo 14, 2005

La indiscreción

Ahora mismo estoy escribiendo esto en la facultad, intentando tener algo de intimidad al escribir, cosa que me es imposible.Y pensareis que por qué, pues por que estoy en un laboratorio, con una compañera que es instructora y la puñetera está leyendo esto mientras escribo. Para mi escribir no es que sea lo más intimo del mundo, si no no escribiría en un blog, pero ...
- Por favor, deja de reirte.
Bueno, sigo con lo que quería contar: la intimidad que en ciertos momentos nos es necesaria pero justo en esos momentos no tenemos, y en otros en cambio nos sentimos muy solos y no hay nadie cerca. Es curioso porque a mi también me suele pasar cuando escribo algo parecido, siempre tengo algo que escribir pero cuando me pongo delante del ordenador todas las brillantes ideas desaparecen. Es algo que algún día tendré que debatir con mi amigo A.
Ahora mismo escribiendo esto se me ocurren bastantes ideas que contar, cosa rara, pero como he dicho antes, para ciertas cosas se necesita intimidad. Y lógicamente, paranoias como esta no importa que lo lea alguien, porque si me pongo a leerlo detenidamente no es que haya escrito nada mío, bueno, una inquietud, pero de eso todos tenemos y todos contamos.
Bueno, ya va siendo hora de devolverle el ordenador. Como el título de un disco de celtas cortos:
- Nos vemos en los bares.

viernes, marzo 11, 2005

Mañana llueve pero estoy contento

Algunas veces me ha pasado que me levanto y cuando estoy haciendo las rutinarias cosas que nos aburren todos los días me doy cuenta que estoy sonriendo, que me encuentro feliz y que no se por qué, es una sensación que te sale de dentro del pecho y que no hay manera de quitarselas de encima. Ya puedes encontrarte a la persona mas odiosa del mundo que el dia es azul y todo te sienta bien.
Pues hoy no es uno de esos dias. Hoy es uno de los dias en que te levantas sonriente pero en cuanto sales a la calle te cambia la cara:' Mierda, ya esta lloviendo otra vez, y yo que creía que iba a hacer sol y no he cogido mucho abrigo'. Pero entonces llegas a la parada del autobus y ves como el que te lleva a la facultad se aleja irreversiblente contigo tirado en la cuneta.
Lógicamente te acuerdas de la familia del conductor, que he de decir que no tiene ninguna culpa, pero es lo que hacemos todos. Bueno, uno se resigna y saca el billete para Málaga
- Llegaré tarde a primera hora que se le va a hacer.
Resulta que te encuentras un atasco de mas de 3 km. en la autovía, y ya ni piensas a que hora llegaras, piensas que ya no puede ir a peor y acaba de empezar el día. Pero que equivocado estoy algunas veces, porque estos días son de los que empiezan a pasarte cosas y una detrás de otra cada vez te pones de más mal humos y crees que peor no puedes pasarlos hasta que otra más o otra .... pierdes la cuenta, solo sabes que esta mañana estabas de buen humor y la lluvia te ha quitado la sonrisa de la cara y ya no hay manera de recuperarla.
Sinceramente creo que estos días no son tan malos porque por una parte te ayudan a valorar más los días buenos, y por otra, no te pasan cosas malas, simplemente uno estas ya de por si esperándo esas cosas y no las ve de otra forma, por lo que como suelo hacer, me recuesto en el autobus, intento echar un sueñecito y a ver si cuando despierte ha parado de llover.


(Porcentaje de verdad: 80%)

lunes, marzo 07, 2005

Mi huella de arena

Cuando era pequeño me encantaba pasear por la orilla de la playa con mi padre y uno de mis juegos favoritos era ir pisando sus huellas en la arena. Creo que esto lo hacen casi todos los niños, pegando saltos de un pie a otro e intentando caer justo en el centro o en los dedos y nos damos cuenta de todo lo que nos queda para convertirnos en adultos. Conforme vamos creciendo uno deja de jugar a esas cosas, pero un dia, por lo menos a mi me paso así, dando un paseo por la orilla me fijé que mi huella ya no era mas pequeña que la de mi padre, me quedé un rato pensativo, mirando hipnotizado ese reflejo de mi madurez plasmado en el suelo, entonces vino un ola y la borró. Volví a buscar otro huella de mi padre y puse la mía al lado y otra vez me quedé fijo mirando. Era como comprobar que ya no era un niño, era un signo evidente, palpable, algo que todos esperamos y buscamos, porque nadie sabe el momento en que uno deja de ser niño, pero aquí había una prueba. Al momento otra ola vino y volvió a borrar las huellas. Me quedé mirando la arena lisa y entonces mi padre dijo:' Venga, deja ya eso que pareces un niño chico'. Yo lo miré y seguí andando, dejando atras al niño chico y mirando hacia una nueva etapa de mi vida.


(Porcentaje de verdad: 85%)