
Cayó en el agua y se hundió, como las pesadas losas puestas en el cementerio.
Y desde lo más profundo observaba el mundo. Tranquilo, impasible. Con la calma
que da alcanzar el vil distino. Susurraba y las olas traían su lamento ... lloraban.
El mar se enfurecó por momentos y estalló. Eran los gritos ahogados por una
época por olvidar. Los dioses se morían, y a su vez, los hombres perecían.

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